«Los drones son útiles para todos los trabajos»

Los drones han venido para quedarse, de eso no cabe duda. Más allá de sus usos recreativos, estos aparatos ofrecen una larga lista de utilidades que facilitan el trabajo a empresas de prácticamente cualquier sector. Sus muchas ventajas hacen que en Asturias cada vez sean más los que deciden aprender a dirigirlos y también los que apuestan por dedicarse profesionalmente a explotar sus múltiples opciones.

Es el caso de Dronasturias, una compañía que nació en el año 2014, cuando este gremio aún estaba dando sus primeros pasos. «Vimos que cada vez iba a ir a más y decidimos lanzarnos», explica uno de sus socios, David Rodríguez. «Fuimos de la primeras empresas operadoras en Asturias con pilotos regulados por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea», añade. Desde entonces, y ya han pasado siete años, han realizado trabajos de lo más variados que los han llevado a sobrevolar todo tipo de paisajes. «Hacemos seguimiento de obras y servicios audiovisuales para productoras de toda España», relata. «Hemos trabajado para programas como 'El punto de mira' y para los informativos de Telecinco y TVE, entre otros, y también trabajamos para grandes directores de cine», enumera.

Eso es gracias a que los drones ofrecen para pelis, series y documentales, unas opciones que, de otra manera, prácticamente serían imposibles. «Podemos hacer grabaciones para audiovisuales que antes eran impensables. Ahora, podríamos estar siguiendo en primer plano la cara de una persona y acabar con una gran imagen general de toda una ciudad. Todo eso hecho en un plano secuencia», afirma.

Es un servicio que, además, está en auge porque empresas y particulares «cada vez lo demandan más». Es lógico, teniendo en cuenta que los drones «permiten abaratar muchos costes. Por ejemplo, antes en las obras había que contratar un helicóptero para hacer un seguimiento de carretera y nosotros hacemos lo mismo por muchísimo menos dinero y, sobre todo, menos tiempo», asegura.

Algo en lo que coincide Abel Quirós, de Alphadrones, otro firme defensor de las muchas ventajas de estos objetos voladores no tripulados. «Contratar un helicóptero te podía costar 3.000 euros y un dron, 200». Y no solo sirven para las obras, permiten también modernizar la ganadería, pues pueden sevir para controlar a los animales desde el cielo, buscar a los que se hayan perdido y descubrir la presencia de depredadores en la zona.

Así que no todo es el cine y la construcción. «Dentro de los audiovisuales que hacemos, hay numerosas aplicaciones, también la agricultura», ejemplifica. «Ahora mismo, se les están dando muchísimos usos y están llegando a todos los campos, por ejemplo, sirven para recoger muestras de aguas residuales», prosigue. Una larga lista de usos potenciada por su tamaño y su estabilidad: «Alcanzan lugares adonde el humano no podría llegar y son muy seguros. Pueden hasta meterse dentro de tuberías».

A todas esas aplicaciones que ya tienen, Abel cree que se podrían añadir otras muchas. «Una idea que ya vi hace tiempo es que podrían servir para trasladar un desfibrilador hasta el lugar donde se necesita», indica. Si esto se consiguiera, estos pequeños aparatos podrían hasta salvar vidas. Y, además de esa gran utilidad, tal vez, acaben sustituyendo a las motos y las furgonetas de reparto: «Hay ya muchas empresas de mensajería trabajando sombre cómo adaptarlos para hacer sus envíos».

Quizá, dentro de no mucho tiempo, los veamos por nuestras ciudades con asiduidad. Así lo piensan, al menos, en Dronasturias: «Estarán cada vez más normalizados, los veremos por nuestras calles volando de forma automatizada en espacios aéreos reservados para ellos, entregando paquetes, realizando controles de carreteras, de manifestaciones... También servirán para el reconocimiento facial y los veremos volando en enjambres», añade.

Para Dani Álvarez, de Play Drone, «las posibilidades son infinitas». Tanto, que él tiene a sus espaldas numerosos servicios realizados y de muy diversa índole: «De turismo rural, eventos deportivos y bodas». Aunque resulte llamativo, así es, son muchos los novios que deciden contratar este servicio para escaparse de los álbumes de fotos tradicionales. El día de mañana, habrá unos cuantos matrimonios que puedan recordar su boda también a vista de pájaro.

Eso sí: para que los drones tengan futuro hace falta un marco normativo estable que no vaya dando bandazos como ha ocurrido hasta ahora. «Los cambios de la normativa son constantes y muy rápidos. Cada dos años tienes que adaptarte a las novedades», explica Manuel Antonio Díaz, de Falcon Air Academy. Sabe bien de lo que habla porque, en sus aulas, se han formado muchos pilotos de dron, desde el año 2014 que empezaron a impartir este curso.

La nueva norma ha traído un cambio fundamental que ha hecho que España se rija por las mismas órdenes que el resto de Europa. «El nuevo reglamento es a nivel europeo, de tal manera que un piloto que se forme aquí se está formando en todos los países de nuestro continente. Hasta el año pasado, nos regíamos por reglas nacionales», explica Díaz.

Ahora, obliga a que todos los que vuelen un dron tengan que estar registrados. Es decir, si el aparato pesa más de 250 gramos o lleva una cámara y si su propietario tiene más de catorce años, debe inscribirse en la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Además, se le exige que haya hecho un curso, «sea para uso profesional o recreativo». No es así si el dron pesa menos de 250 gramos y es un juguete sin cámara.

Para Dronasturias, «es necesario regular siempre, pero no solo sobre el papel» y creen que ya toca «poner en conocimiento de las fuerzas de seguridad del estado las normas actuales para que sepan bien cómo proceder cuando vean a alguien volando un dron. Deben aplicar las sanciones correspondientes en caso de estar haciéndolo ilícitamente», explican. «Cualquiera puede ir al centro comercial de turno, comprarse uno y empezar a usarlo sin ningún tipo de permiso ni licencia, tirando los precios y volando donde, normalmente, los profesionales nos las vemos y deseamos para poder hacerlo».

Con el deseo de un futuro estable, estas empresas saben que sus utilidades están más que demostradas y que, además, irán en aumento. De momento, solo falta que la sociedad empiece a dejar de verlos como una novedad y vaya aceptando que irán ganando más importancia con el paso del tiempo.

Quién sabe si recorrerán las ciudades de un futuro no tan lejano con la misma normalidad con la que ahora lo hacen motos, coches y furgonetas de reparto. Solo queda esperar. El tiempo dictará sentencia.

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